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El Hobbit: La Desolación de Smaug

'Más Tolkienista que Tolkien'

El principal problema de Peter Jackson es su falta de medida. El neozelandés es implacable en ese aspecto. Si ya la trilogía de El señor de los anillos no escatimaba en metraje, rematando con ediciones extendidas, con El hobbit está batiendo un nuevo record al hacer versiones extendidas directamente del texto a adaptar.


Estreno 13 de Diciembre de 2013
CRÍTICA
El principal problema de Peter Jackson es su falta de medida. El neozelandés es implacable en ese aspecto. Si ya la trilogía de El señor de los anillos no escatimaba en metraje, rematando con ediciones extendidas, con El hobbit está batiendo un nuevo record al hacer versiones extendidas directamente del texto a adaptar. Ya con la primera entrega, El Hobbit. Un Viaje Inesperado, probaba la resistencia máxima de estiramiento consiguiendo con apenas 90 páginas de un libro cubrir un metraje de casi tres horas de duración, con los pocos añadidos de un conciso prólogo, inexistente en el libro, para ponernos en situación, algún cameo esporádico como recuerdo u homenaje a la antigua trilogía (los Frodo, Elrond, Galadriel o Saruman), y la introducción del mago Radagast, recién llegado desde la tierra del Silmarilion, como vehículo de entrada para la historia del siniestro nigromante.

(Más imágenes en su galería)
Con El Hobbit: La Desolación de Smaug repite más o menos la jugada, para bien y para mal. Si hay algo con lo que se le ve que disfruta es haciendo sus propios cameos y marcándose unos pequeños prólogos vía flashback para ponernos en situación. En esta ocasión ha aprovechado para matar dos pájaros de un tiro y así pasar rápidamente a la acción pura y dura. Cierto es que es además la parte del libro con más acción física y coincide con el arranque de la película, por lo que la primera hora y media funciona con gran ritmo y un alto sentido del espectáculo visual, apartado que ya desde la primera visita a la comarca dejó claro Jackson que controlaba con solvencia y, quizás tras la masterclass recibida de Steven Spielberg cuando colaboraron codo con codo en la adaptación de Las Aventuras de Tintín: El secreto del Unicornio, se entienda la tremenda escena del descenso del río, brillante en ejecución y excelente en planificación, con la aparición estelar de dos personajes de distinta naturaleza, ambos inéditos en la novela: el honroso regreso de Legolas, más allá del cameo con mucho peso en la película, y Tauriel, personaje interpretado con su mezcla de fuerza y dulzura habitual por Evangeline Lilly, totalmente inventado (personaje y la subtrama que genera a continuación) en un intento de Peter Jackson por ser más Tolkienista que Tolkien, y cosa curiosa, tan bien resuelto que pocos ultrafans de la obra literaria del sudafricano se rasgaran las vestiduras ante semejante osadía.
¿Lo peor? Muy entrecomillado, lo denso que se pone Jackson en algunas partes donde da rienda suelta a la oratoria de sus personajes y ese intento desesperado por introducir la trama de Sauron en un sitio donde no se le esperaba de ninguna de las maneras. Y por supuesto, la desmesura narrativa ya explicada en el primer párrafo. Se contarán por miles los fans de la tierra media que se quedarían con ganas de más aunque cada película durara 600 minutos, pero a mí personalmente (me ha pasado con las cinco visitas ya a la comarca), llega un momento en que llega a provocar cierto hastío y más si te están metiendo paja de más.
¿Lo mejor? Todo lo demás. Toda la parte de acción brilla a gran nivel siendo de lo mejorcito del año. Ver como Jackson tiene aún margen de mejora y trata de innovar con las posibilidades que le da la tecnología digital. Toda la arquitectura visual de la producción y el imaginario espectacular de localizaciones como la ciudad del lago o el interior de la montaña. Y por supuesto, la gran estrella de la función que le da a la cinta una dimensión especial. Un genial Martin Freeman, dotado de una expresividad gestual y una capacidad cómica heredera del mejor Buster Keaton que consigue hacer olvidar a todos los medianos ya conocidos hasta la fecha.
¿La gran pregunta? Cómo narices va a llenar el bueno de Peter tres horas más de película con lo poco que le queda por contar de la obra original. Eso y ver que excusa se busca para meter a Aragorn por algún lado (habida cuenta de que la historia sucede 60 años antes que El señor de los anillos), para que no sea el único personaje importante sin recuperar de nuevo. Porque sí, con Gimli también estaba complicado pero ha sabido como introducirlo sutilmente.

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Evelio Barbero

13/12/2013

Valoración

8.00

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