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Kingsman: Servicio secreto

'Licencia para divertir'

Pocas veces tendremos otra oportunidad como esta de ver al bueno de Colin Firth (acompañado de un buen trabajo de fotografía) arreando tanto mamporro a diestro y siniestro en una sola película. Y lo cierto es que no lo hace nada mal envuelto en un traje de caballero inglés, y acostumbrados como estamos a sus anteriores papeles tan blandorros, tiene su aquel y resulta de lo más curioso de la película


Estreno 27 de Febrero de 2015
CRÍTICA
Pocas veces tendremos otra oportunidad como esta de ver al bueno de Colin Firth (acompañado de un buen trabajo de fotografía) arreando tanto mamporro a diestro y siniestro en una sola película. Y lo cierto es que no lo hace nada mal envuelto en un traje de caballero inglés, y acostumbrados como estamos a sus anteriores papeles tan blandorros, tiene su aquel y resulta de lo más curioso de la película.

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Durante el rodaje de “Kick-Ass. Listo para machacar” surgió la chispa entre Matthew Vaughn y Mark Millar (director y guionista del comic de aquella película respectivamente, en torno a la creación de un personaje que escenificara la creación y evolución de un agente secreto. Pocos años después Mark Millar, Dave Gibbons y el propio director Matthew Vaughn aportando ideas crearían el comic “The secret service” que además de obra artística serviría como un primer esbozo de lo que posteriormente ha sido esta película. Aunque posteriormente en la película se emplea más violencia y se modifican sustancialmente algunos personajes, el alma del comic lo podemos encontrar en la misma, y las ideas que en su momento surgieron han quedado plasmadas perfectamente en esta “Kingsman: Servicio secreto”.
Nada nuevo bajo el solo si entendemos esta nueva película de espías como un nuevo filón donde explotar los beneficios del 007 más abrupto a través de una juvenil vuelta de tuerca. La novedad aquí estriba en una –afortunada- falta de complejos y una descarada convicción de no tomarse muy en serio esto de los espionajes, construyendo un personaje singular, unos secundarios extraños y/o divertidos y una trama sencilla y sin aires de profundidad más allá de la inestimable aportación a intentar salvar el mundo.
Un “kingsman” es un agente secreto de élite. Pocos son los elegidos, pero los que lo son tienen que superar una serie de pruebas para lograr tan ansiado honor. El joven protagonista no es precisamente ejemplar, y su situación familiar (padrastro maltratador y mafioso) no ayudan a que su vida vaya precisamente bien encaminada. Pero el pasado de su padre le abrirá las puertas a un mundo nuevo, donde los valores adquieren nuevos significados y donde personajes como Hart (Colin Firth) le instruirán hacia una profesión diferente.
Desde un primer momento podremos apreciar las referencias-homenaje a la sociedad inglesa y sus valores adquiriendo su mayor recorrido en “los caballeros de la tabla redonda”; donde tanto en los nombres de los agentes secretos (Merlin, Lancerot…) como en el director de la agencia (Arthur), y en la escenificación de las reuniones encontraremos múltiples similitudes con este atractivo pasaje medieval. Así mismo, Matthew Vaughn se encarga de añadir elementos de problemática social, en la vida del joven aspirante (propias de un determinado cine inglés) y aprovecha para cuestionar lo peligroso de la globalización y lo fácil que podría llegar a ser manipular a millones de personas a través de una simple tarjeta sim de un móvil. Tradición y tecnología enfrentadas en un entorno muy “gentlemen” inglés.
La película se centra en un trío muy particular: joven héroe (protagonizado por un discreto Taron Egerton), el instructor principal Hart (en un más que curioso y encomiable trabajo de Colin Firth) y el villano Valentine, simpático y divertido protagonizado por Samuel L. Jackson. A su vez, y en torno a ellos nos encontraremos con buenos secundarios que mantendrán la película siempre en un buen tono, donde violencia, sarcasmo, intensidad, ironía, espectacularidad y humor conformarán los ingredientes esenciales para que esta película, que no reniega de la esencia Bond, adquiera personalidad propia y magnetismo particular. Una particular escena de lucha dentro de una iglesia donde la técnica de lucha de videojuego se destacará por encima de todo, llevarán a la película a su particular clímax, para a partir de ahí explorar caminos diversos.
Hay por supuesto, elementos débiles en torno a la historia y los posteriores desenlaces, pero no deben ensombrecer un producto que cuenta con licencia para divertir, y que sin inventar la pólvora homenajea sin complejos a Bond y Bourne bajo unos cimientos propios y personales, dando como resultado una película más que interesante.
sergio_roma00@yahoo.es
twitter: @sergio_roma

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Sergio Roma

26/02/2015

Valoración

6.00

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