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La Brújula Dorada

'Espectacularidad y rimbombancia, repetición y reiteración'

Parece ser que el cine fantástico está viviendo en estos los primeros años del siglo veintiuno un apogeo nunca antes imaginado en la historia del género.


Estreno en España: 5 de Diciembre de 2007
Nota I.M.D.B.: 7/10 (648 votos)

CRÍTICA
Parece ser que el cine fantástico está viviendo en estos los primeros años del siglo veintiuno un apogeo nunca antes imaginado en la historia del género. Poco a poco, los estantes de las librerías van viendo cómo los tomos en ellas apostados se van reflejando en las marquesinas de los cines y los títulos de la literatura mitológica y de ciencia ficción encuentran en la gran pantalla sus adaptaciones que ya no son elementos aislados, sino que nos llegan en su mayoría con la amenaza de ser la primera de una serie que concluirá con la obra escrita al completo, pero que, de momento, pocas veces se ha consumado.
Resulta imposible entender este fenómeno sin la mención obligada de la trilogía de Peter Jackson que, desde 2001 hasta 2003 se hizo con las carteleras, las críticas y el público y que descubrió en el espectador una nueva frontera en lo que cabría esperar de este denostado género, el que, por cierto, sólo era defendido hace no demasiados años por unos pocos.
Así, hoy nos llega la primera parte de la adaptación a la gran pantalla de La materia oscura, una colección cuya aportación consiste en la explicación de la diversidad de mundos paralelos, interconectados entre ellos por una mágica sustancia desconocida llamada el polvo. En el universo en que se centra La brújula dorada todos los individuos coexisten con su daemon, una suerte de representación animal del espíritu, y viven bajo el control supranacional del llamado Magisterium; conviviendo en el mundo con otros grandes grupos de seres como los osos polares y las brujas. Sin embargo, las diferencias entre este y nuestro mundo tampoco son demasiado dramáticas, exceptuando algún que otro detalle estructural como la energía que utilizan, algunas variantes geográficas y cambios no demasiado drásticos en la estructura de las ciudades, costumbres y usos humanos.
El argumento versa sobre las peripecias de Lyra, -una niña a quien es entregada la brújula que da título al filme, que tiene el poder de responder a las preguntas gracias al poder mágico del polvo- quien se convertirá en la piedra angular de la guerra en ciernes -Lyra aúna en su odisea a los osos con las brujas y los gipcios- que amenaza el mundo. Todo ello mientras libera a los niños del poder maligno del Magisterium que planea robarles sus daemons por medio de la organización que regenta Marisa Coulter (Nicole Kidman) al tiempo que su tío Lord Asriel (Daniel Craig) estudia las particularidades de una importante manifestación del polvo que se da en el polo.

La brújula dorada nos plantea un interesantísimo punto de partida con una vorágine de personajes y una presentación que casi parece obligar al espectador a tomar apuntes durante el arranque del metraje, sin embargo, todos estos suculentos elementos van cayendo conforme avanza la acción y va convirtiéndose a pasos agigantados en una sucesión vacua de escenas sin demasiado corazón y desprovistas de un sentido global, quedándose a ratos completamente deslavazada y produciéndose un considerable abandono de caracteres –el referente al rol de Christopher Lee, primer Canciller del Magisterium resulta alarmante; incluso el del propio protagonista, Lord Asriel que a la media hora desaparece y nunca más se sabe de él-. Así el film va perdiendo fuerza y al ojo curioso solo le queda parar a fijarse en lo mucho que se parecen ciertas secuencias a la, tantísimas veces mencionada, trilogía del anillo.
Y entre los elementos que se van desgajando a pesar de su aparente importancia y los que de pronto surgen en súbita presentación y sin venir a como ni por qué –la presentación de Serafina Pécala Eva Green y el Cosmonauta, personajes fundamentales, resultan precipitadas e ilógicas- y algún que otro detalle culebronesco –hacia el final del film hay un momento Dallas que chirría- la película se convierte en un producto deficiente que no hace otra cosa que aprovechar el tirón y la tendencia fantasiosa agarrándose a un clavo ardiendo con tal de llenar la pantalla con postales de un Londres ficticio como quien muestra la torre de marfil, y efectos digitales a go-go, como un Ridley Scott desenfrenado (y poco inspirado) mostrando unicornios por doquier.
Por más que en un principio se nos presente la película como un producto destinado al público infantil-juvenil, su tratamiento carece de maestría siquiera en la malicia de otorgarnos algún que otro detalle alambicado, algo retorcido. En su lugar, las dos horas que dura se pasan aburriendo al más pintado con un planteamiento en que la obviedad y la carencia de interés son sus grandes bazas. Los momentos más especiales y que tanto jugo podrían dar en el filme están protagonizados sin duda por Iorek Birnyson (Ian MacKellen) la presentación del personaje, el oso guerrero abandonado y alcohólico en un mundo de humanos, brilla en todo el metraje como un diamante en una mina de carbón, pero en cuestión de minutos (pocos) asume su generalidad y se conforma con la tónica plana para dejar de ser interesante; así como la gran pelea entre los osos, que sí convence y resulta impactante, por desgracia aislada dentro de la película.

Espectacularidad y rimbombancia, repetición y reiteración (creí llegar a contar unas cinco veces el mismo plano de la brújula contestando a la niña, que ya hay que ser cansino para mostrarnos más de dos veces los personajes dibujados por el dorado polvo mágico) y vacuidad emocional son los elementos primordiales de este festival de luces navideño, que, como todos los años llegan a nuestras carteleras como los neones pueblan nuestras calles, y durante un rato llegamos a pensar que siempre han estado ahí, pero que en menos de un mes han desaparecido y son almacenados en el polvoriento almacén de turno. Como las chuscas de un fuego de artificio que el contacto con el suelo se apagan.

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Korben Dallas

04/12/2007

Valoración

2.00

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