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Largo Domingo de Noviazgo

'Momentos realmente brillantes'

La segunda colaboración entre el peculiar director francés Jean-Pierre Jeunet y la actriz Audrey Tatou, tras la aclamada Amelie, llega en forma de melodrama bélico-romántico, nada más y nada menos

La segunda colaboración entre el peculiar director francés Jean-Pierre Jeunet y la actriz Audrey Tatou, tras la aclamada Amelie, llega en forma de melodrama bélico-romántico, nada más y nada menos, en la interesante Largo Domingo de Noviazgo. Repitiendo esquemas, estética, personajes, códigos e intenciones, la película de Jeunet no sorprende tanto como Amelie ni es tan redonda, pero supone un paso adelante más en su carrera como director distinto y curioso a la espera de títulos de seguramente parecido corte. Largo Domingo de Noviazgo probablemente no desilusione a los fans de Amelie, pero probablemente también dejé un sabor de boca amargo a los detractores de la fábula de los buenos sentimientos universales que supuso el lanzamiento al estrellato de la frágil Amelie-Tatou.
Manteniendo el tono fabulesco de Amelie pero cambiando de contexto, Jeunet sitúa su film en la posguerra de I Guerra Mundial. Una joven enamorada no ha sabido nada de su novio en los últimos tres años y comienza a tirar del hilo de un ovillo intentando desentrañar una turbia historia que aparentemente acabó con la vida de su chico: éste fue condenado junto con otros cuatro compañeros por automutilación y soltado en campo de batalla, frente al enemigo, para morir a manos de éste (curiosa manera de ejecutar). Con ese punto de partida Mathilde, Audrey Tatou, investigará lo que ocurrió en realidad a través de una galería de personajes pintorescos que le irán dando y quitando esperanza a partes iguales. A través de sucesivos flash-backs, viajes, escenas aparte y comentarios al margen de todo, Jeunet transforma una convencional historia melodramática al máximo en un compuesto al gusto de su anterior película. Jeunet se las arregla para que, a pesar de no tener que ver argumentalmente en casi nada, Amelie y Largo Domingo de Noviazgo parezcan películas hermanas. El problema de Jeunet es que a la hora de compensar el texto original en que se basa la película le sale un guión demasiado enrevesado para la pantalla, demasiado confuso y que por momentos llega a no interesar al espectador, alargando además el metraje a base de investigación y nuevos personajes. Probablemente con la mitad de personajes la película hubiera lucido mucho más, porque aunque la investigación es la columna vertebral, no deja de ser otra herramienta que usa Jeunet para dibujar su particular universo.
Parte de la culpa de que el film nos recuerde a Amelie la tiene Audrey Tatou, que aun con personajes bastante distintos imprime tanto su frágil personalidad a Amelie como a Mathilde hasta llegar a convencer al espectador de que son la misma persona en distintos contextos. Los secundarios habituales de Jeunet también contribuyen y finalmente lo que más nos recuerda a Amelie son los pequeños detalles que tanto le gustaban a Amelie y que aquí se dejan entrever y la fotografía. Este aspecto técnico que suele tratar de pasar inadvertido es en manos de Jeunet una forma de expresión más. Era sin duda el mayor acierto estilístico de Amélie y trata de serlo en Largo Domingo de Noviazgo, con una diferencia fundamental: el abuso agota. Los colores de tonalidad ocre plagan la pantalla en las escenas de Tatou hasta un punto en que termina cansando la vista del espectador, y lucen más en un campo de batalla por otro lado perfectamente detallado.
Como conclusión, Largo Domingo de Noviazgo trata de recoger los mayores méritos de Amelie y explotarlos al máximo, pero a Jeunet le sale el tiro un poco errado y al final abusa de los recursos que tan buen resultado le dieron en Amelie. Aún así el film aguanta el tirón, se deja ver perfectamente y tiene momentos realmente brillantes.
6,5/10

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Sycamore

26/10/2005

Valoración

6.00

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