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Las Ruinas

'Estupidez'

Hoy ha ocurrido algo realmente desconcertante. Salía del cine y cuando me han preguntando qué tal la película, he utilizado la expresión castiza e infinitamente utilizada por cualquiera de nosotros en multitud de ocasiones:no vale la pena


Estreno en España: 18 de Abril de 2008
Nota IMDB: 6,6/10 (2.498 votos)

CRÍTICA
Hoy ha ocurrido algo realmente desconcertante. Salía del cine y cuando me han preguntando “qué tal la película”, he utilizado la expresión castiza e infinitamente utilizada por cualquiera de nosotros en multitud de ocasiones: “no vale la pena” y, mientras la pronunciaba, he sentido una especie de “golpe” de aire en la nuca que me ha hecho aminorar la velocidad de las palabras, “no-vale-la-pena” y, con esa disminución en la locución, he caído en la cuenta de lo que esta magnífica, bellísima y hasta poética expresión ofrece: “no vale la pena” es una ristra de palabras que realmente nos cuenta que no tiene ningún tipo de valor sentir el sentimiento de pena, por ende, desasosiego y malestar, por un hecho concreto; dicho de otro modo, ¿para qué vamos a preocuparnos por algo que no merece nuestra preocupación o “pena”?
Así pues, con una espantosa serenidad, voy a decir que “Las ruinas” sería una especie de montaje audiovisual, “película” para algunos pero no para mí, en el que dos productoras como Dreamworks y Spyglass se han dejado la pasta para ganar más a costa de adolescentes ansiosos de ver tetas y sangre. Carter Smith filma su primera secuencia de imágenes estúpidas y sin sentido, “película” para algunos, a partir de un conjunto de garabatos en una servilleta, “guión” para algunos, de Scott B. Smith (conocido por haber sido el responsable junto a Sam Raimi de esa película querida y odiada a la vez y con reminiscencias a “Fargo” titulada “Un plan sencillo”) quien lo reescribe adaptándolo de su novela, un “best-seller” me cuentan, del mismo título.

(Más imágenes en su galería)
También serenamente continúo para señalar que la "película" nos pone en la piel, ¡nunca mejor dicho!, entenderéis por qué cuando la veáis o caiga en vuestras manos, de cuatro, o cinco, o seis, pero son cuatro los protagonistas, o es igual, esto es, ¡uf!, cuatro personajes, lo dejamos aquí, que, de vacaciones en México deciden visitar unas ruinas mayas que no están en los mapas y que se esconden tras un camino tapado y cortado a la gente, vedado para los curiosos, infranqueable excepto para los tontos de turno procedentes de la universidad más cazurra de los Unaited esteits ofamérica. ¿Cómo no van a meterse en medio de la selva en chancletas? Luego pasa lo que tenía que pasar para que la película sea posible.
Estos personajes dignos de envidiar son dos chicos inexpresivos e inertes desde el primer momento en el que sus caras aparecen cerca de los culos de sus novias: Shawn Ashmore (visto como hombre de hielo en “Xmen”), Jonathan Tucker (hijo de Tommy Lee Jones en “En el valle de Elah”); son además dos chicas: la rubita indispensable y agradable para la vista Laura Ramsey (vista en quién sabe donde, “La alianza del mal” y otros sucedáneos ) y mi respetadísima, querida y admirada Jena Malone, quien siempre será para mí la dulce voz narrativa de “Into the wild” de Sean Penn y a quien pido disculpas por el tono “sereno” de mis palabras en esta suerte de crítica despreocupada.
En definitiva, “Las ruinas” pone en juego un elenco de actores y actrices que por ahí andan, sufriendo, haciéndonos sufrir mientras que ingerimos palomitas observando como huyen de todas esas situaciones inverosímiles y como poco a poco van reventándose el cuerpo, desangrándose, rompiendo huesos, cortando carne, ofreciéndonos unas sesiones de gore a lo bestia que al menos hacen que debas mirar al lado o atrás o cerrar los ojos si tienes la barriga sensible. Unas sesiones de embutido humano que detienen cualquier ritmo narrativo para, gratuitamente, mostrar chicha ensangrentada. ¡Y cómo está de buena con las palomitas! De eso no hay duda. Como no hay duda que tiene mérito que la acción transcurra en un solo lugar casi en su totalidad, un lugar estrechísimo y limitado sobre todo para contar una historia en él; tiene mérito que la amenaza ni siquiera se mueva más rápido que un ser humano y sin embargo sea tan “malparida” como decimos en mi tierra; tiene mérito que aunque la película transcurre en México en un verano de infernal calor, se haya rodado en Australia en un frío invierno y el espectador no lo note gracias a chorros de aceite en el cuerpo de las jamonas y jamones (literalmente se convertirán algunos de nuestros personajes en ello, en jamones).
Pero también tiene mérito pagar siete euros, más palomitas, más gasolina o billete de tren para ir al cine y encontrarte con semejante basura que rebosa estupidez por todos lados. Por ello diré: vale la pena, sí, pero leed bien esto entre líneas, leed esto lentamente: vale, coma, la, coma, pena, una gran y enorme pena en mayúsculas que no pongo porque quedaría feo, y no es preciso invocar a la fealdad en el final de una crítica despreocupada y serena como esta.

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johnforhereyes

15/04/2008

Valoración

2.00

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