Gracias a Dios

Alexandre vive en Lyon junto a su mujer y sus cinco hijos. Es un asesor fiscal de firmes creencias católicas que siendo un niño sufrió repetidos abusos sexuales por parte del sacerdote Bernard Preynat, hecho que no se esclareció en el pasado y siempre le ha dejado cargo de conciencia a pesar que ha podido superarlo y continuar con su vida. Al descubrir que Preynat sigue oficiando con niños, decide movilizarse y pedir justicia. Primero apelará a estamentos eclesiásticos y a medida que compruebe que las respuestas son tibias y en absoluto justas, comprenderá que sólo a través del sistema judicial podrá obtener algo de reparación.
Su denuncia será el necesario catalizador para que otros hombres, antiguas víctimas de Preynat, también denuncien y reclamen justicia. Juntos formarán una asociación, si bien no siempre resultará sencillo lidiar con las diferencias personales entre ellos y superar los diversos obstáculos con los que se toparán.