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Venezia 2024. I'm Still Here: Walter Salles recuerda la importancia de no olvidar
Immaculada Pilar, 03/09/2024
Cuando aún estábamos digiriendo The Brutalist, Walter Salles ha presentado una película sobre los estragos de la dictadura militar brasileña. Otro punto de vista de lo oscuro del fascismo como máquina bien engrasada para eliminar a cualquier tipo de oposición. Aunque algo desigual, la película funciona bastante bien desde un aparato fílmico elaborado y un mensaje bien integrado que en ningún momento abusa de los elementos dramáticos.
I'm Still Here: el abismo de la ausencia
Tras varios años alejado de la dirección, Walter Salles regresa con un drama ambientado en 1971, años de la dictadura militar de Brasil. Con guion de Murilo Hauser y Heitor Lorega, la cinta adapta las memorias de Marcelo Rubens Paiva, en las que narra la desaparición de su padre, el diputado izquierdista Rubens Paiva, y cómo a raíz de eso su madre se vio obligada a pasar de ser “la esposa de” a ser una mujer políticamente activa, que estudiaría derecho y devendría una figura reconocible de la lucha por los derechos humanos y la memoria histórica de Brasil. Fernanda Torres da vida a Eunice, la extraordinaria matriarca de los Rubens Paiva, en una interpretación que conmueve por su fortaleza y dignidad. La madre de la actriz, Fernanda Montenegro (inolvidable protagonista de Estación central de Brasil, dirigida por Salles en 1995), tiene una pequeña aparición en el filme, interpretando a la Eunice anciana.
La película es, como no puede ser de otra forma, una obra con un fortísimo componente político y de denuncia. Por un lado, de los actos de horror y terror realizados por el completo de las fuerzas de seguridad del estado contra sus conciudadanos. Por otro, la reivindicación de que tales actos no han de quedar en el olvido, que hay que luchar por recuperar a todo desaparecido. Salles construye todo este relato desde la intimidad, desde el interior de una vivienda en la que el matrimonio Rubens Paiva vive con sus cinco hijas y recibe a sus amigos. El hogar del que un día saldrá detenido para no volver jamás. Ese punto de vista no le hace perder la fuerza del discurso. Más bien al contrario: permite relatar el horror desde sus consecuencias en el núcleo familiar.
El acierto de Salles es poner en valor a un personaje como Eunice Pavia, a quien conoció a finales de la década de los sesenta, cuando pasó gran parte de su juventud en su hogar. El realizador atribuye a dicho periodo un papel fundamental en su personalidad cultural y política. Conoció en primera persona el trajín de invitados que siempre eran bienvenidos en el domicilio familiar, los juegos de los hijos, las canciones que sonaban, etc. Hijos que, por cierto, están interpretados por un elenco de jóvenes actores, que realizan una interpretación fresca, muy natural. Mientras ellos corretean por la casa, alguna conversación telefónica de su padre, o alguna conversación privada de este con sus amigos, sugiere que Rubens está implicado en algo que debe hablarse en susurros y alejado de los oídos de su familia. El guion, va desvelando todo esto cuando Rubens ya no está con su familia. El espectador va descubriendo los motivos por los que un régimen autoritario militar haría desaparecer a un antiguo congresista al mismo tiempo que su familia.
El libro, y por tanto la película, se centra en la figura de Eunice. En la fuerza de su figura, que huyó de manifestaciones, para luchar contra el sistema desde dentro, al tiempo que mantenía unida a la familia. La interpretación de Fernanda Torres es sutil en cuanto a que transmite el dolor de una forma callada y sosegada pero tremendamente creíble. Al tiempo que denota la fortaleza de Eunice en cuanto a querer saber la verdad y luchar por conseguir conocer el destino de su marido. Como el personaje de Torres, la película es visualmente compacta, con una cinematografía, de la que es responsable Adrian Teijido, que evoca las imágenes de los setenta utilizando un efecto granulado. También hay que destacar aquí la banda sonora de Warren Ellis, que comienza con un tono minimalista y sutilmente inquietante y se va convirtiendo en algo más visceral, a medida que vamos descubriendo lo que sucedió.
El título de la película, I’m Still Here, que puede traducirse como “todavía estoy aquí” o “sigo aquí”, es una clara referencia a un padre violentamente ausente. Pero también a una madre a la que, al final de sus días, diagnosticada de alzheimer, se le ilumina la cara cuando reconoce imágenes de su marido en la televisión. Salles, como ha hecho durante todo el metraje de la cinta, nos muestra esto con una delicadeza nada efectista. Brillante manifiesto de cómo se puede filmar un drama de estas categorías con elegancia.