En un mundo moralmente plano en el que la ropa tiene más sentido que la piel, Patrick Bateman es un espécimen casi perfecto que, como casi todos en su mundo, intenta encajar en su entorno. Cuanto más intenta ser como cualquier otro hombre adinerado de Wall Street, más anónimo se vuelve y menos control tiene sobre sus ideas y su insaciable sed de sangre, adentrándose en una vorágine en la que el alma humana es algo que debe ser acosado con cuchillos y hachas.
En un principio se hablo mucho sobre la posibilidad de que fuera Leonardo Dicaprio el que protagonizara la película, pero su excesivo salario y la reacción del público más joven ante un film tan violento, hicieron que no fuera el elegido.