A sus 35 años, Alex trabaja como probador de videojuegos. Es el más veterano en la empresa, pero también es el mejor. Cuando le echan de su apartamento por impago no le queda otro remedio que instalarse en casa de su adorable y encantadora abuela y sus octogenarias amigas. A sus compañeros de trabajo les hace creer que convive con tres jovencitas atractivas para que no descubran la vergonzosa verdad. Pero las abuelitas son de armas tomar y acaban en todas las juergas de Alex, en las que se mezclan el alcohol, karaoke, hierba, un hechicero vudú, un mono karateka, gamberradas y chicas espectaculares.