Charlie Babbitt es un empresario muy emprendedor y dinámico que está quizá demasiado embebido de su propio proyecto empresarial: fabricar cuatro coches deportivos 'artesanos' y de lujo. En medio de las complicaciones burocráticas y financieras, Charlie descubre que el proyecto está cerca de naufragar por unas complicaciones económicas. Simultáneamente se produce otro acontecimiento: la muerte de su padre. Charlie y él habían roto años atrás y ya no contaba con él. Aún ya sí asiste al funeral y termina descubriendo que en la herencia hay tres millones que irán a parar a sus arcas, pues está destinado a un fondo de la que él está excluido. Después de realizar averiguaciones, Charlie descubre algo realmente asombroso: tiene un hermano, del que ignoraba su existencia. Su nombre es Raymond y vive en una residencia para personas discapacitadas y que no pueden llevar una vida autónoma.
Durante el rodaje Dustin Hoffman no las tenía todas consigo y pensaba que estaba haciendo la peor película de su vida. Incluso le pidió a Barry Levinson que le sustituyera. Luego ganaría el Oscar al mejor actor por su personaje de autista.