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Los Mercenarios 3

'Los viejos rockeros nunca mueren'

No se puede decir que Stallone sea precisamente un gran guionista, pero dentro de su género, el tío se siente como pez en el agua y cuando agarra la máquina de escribir le saldrá mejor o peor lo que escriba, pero siempre consigue entregar lo que sus incondicionales esperan de él.


Estreno 14 de Agosto de 2014
CRÍTICA
No se puede decir que Sylvester Stallone sea precisamente un gran guionista (aunque tenga en común con Orson Welles y Woody Allen el honor de haber sido nominado al Oscar en un mismo año como actor y guionista), pero dentro de su género, porque nadie puede poner en duda que dentro del cine de acción existe un sub-género que debería llamarse "cine de Stallone", el tío se siente como pez en el agua y cuando agarra la máquina de escribir le saldrá mejor o peor lo que escriba, pero siempre consigue entregar lo que sus incondicionales esperan de él. Con esta tercera entrega de Los mercenarios repite la formula que tan bien le funcionó en las dos cintas anteriores: acción desmadrada cosecha de los 80, un recuerdo/homenaje a los nombres propios que dejaron su impronta por el camino, y ese humor socarrón tan propio de Sly. Y con esos mimbres y un mínimo hilo argumental no hay más que añadir. A estas alturas ya sabemos todos lo que nos vamos a encontrar, y aunque viene a ser más de lo mismo, la cosa sigue funcionando a su manera.

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Principalmente, porque no cae en el error de tomarse en serio a sí misma y además se permite reirse de las trastiendas del rodaje, como el tiempo que ha tardado Stallone en "rescatar" a Wesley Snipes (ausente en las primeras entregas por sus problemas con la justicia estadounidense para salir del país para rodar) o la salida del equipo de Bruce Willis tras diferencias económicas. De hecho, el principal escollo de esta cinta que no tiene mayores pretensiones que ser un mero entretenimiento palomitero, se encuentra en lo que supo explotar mejor en la segunda parte y que en esta, a causa de que el reparto coral no para de crecer, no deja tiempo para todo. Y ese escollo no es otro que ese minuto de gloria para que cada miembro luzca palmito. Si anteriormente todos los implicados tuvieron una escena a modo de solo de guitarra, esta vez el honor recae apenas en las flamantes incorporaciones al reparto. Wesley Snipes y Mel Gibson, tras tantos años apartados del género, vuelven a demostrar que quién tuvo retuvo. Harrison Ford, que al igual que Arnie ocupa un lugar menor, dando la sensación de que ambos están ya para pocos alardes, tiene una escena que llega a recordar a cierto momento salvador del mismísimo Han Solo. Y Antonio Banderas... casi es mejor verlo cada uno con sus propios ojos.
Y todavía le da tiempo a Stallone a ponerse un pelín nostálgico y reivindicar a la vieja escuela (más si cabe), reclutando un nuevo equipo con aires modernos, incluyendo a una fémina para rebajar un ápice la sobredosis de testosterona. Eso sí, dejando claro que a la hora de la verdad nada mejor que recurrir a la vieja guardia y así recordar aquello que cantaba Miguel Ríos: Los viejos rockeros nunca mueren.

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Evelio Barbero

13/08/2014

Valoración

6.00

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