¿Qué harías si oyeras sonar insistentemente el teléfono de una cabina pública? Sabes que no tiene nada que ver contigo, pero el instinto te obliga a cogerlo. Cuando suena el teléfono hay que cogerlo, pero cuando Stu Shepard descuelga el aparato, se ve a sí mismo preso de un tortuoso juego. Si se le ocurre colgar, le dice el comunicante, Stu será un hombre muerto. Un imprevisto y terrible acto violento ocurrido al lado de la cabina llama la atención de la policía, quien llega al lugar con un pequeño ejército de tiradores de élite. Ellos creen que Stu, y no ese desconocido comunicante del que no saben nada, es el peligroso hombre que momentos antes empuñaba un arma. El capitán Ramey, el oficial de mayor rango presente en el lugar, intenta hablar con Stu fuera de la cabina. Pero sin que Ramey, ni sus hombres, ni el circo montado por los medios de comunicación presentes en el lugar, ni Kelly, la mujer de Stu, ni Pamela, su cliente y potencial ligue, sospechen nada, el comunicante les tiene a todos en el punto de mira de su rifle de alta precisión.
Larry Cohen había estado dando vueltas a una película que tratara de un hombre metido dentro de una cabina durante 20 años, cuando le vio la inspiración acabó el guión en tan sólo una semana.